jueves, 25 de abril de 2013

León, de capital de un reino a pequeña ciudad castellana

En la actualidad, León es una bonita ciudad castellana de poco más de ciento treinta y cinco mil habitantes, con una hermosa catedral de estilo gótico a cuyo alrededor se extiende un núcleo urbano histórico, que en realidad aún mantuvo durante mucho tiempo los límites del viejo campamento romano que había sido el origen de la ciudad. Es, como otras muchas urbes castellanas, más importante por su pasado que por su presente, un pasado que tiene dos hitos históricos de importancia: la romanización, a partir del cambio de era; y la Alta Edad Media, cuando el reino de León llegó a ser, quizá el más poderoso de los reinos cristianos de la península.

Y es que el origen de León hay que buscarlo hacia el año 29 a.C., en tiempos del emperador Augusto, cuando la Legio VI Victrix fue trasladada a Hispania con el fin de poner término a la romanización de la península, instalando su campamento en esta parte de la geografía que después llegaría a ser la ciudad de León. Y aunque pocas décadas más tarde, en tiempos de Nerón, aquella legión sería enviada de regreso a Roma, la temprana instalación otra vez en aquel mismo campamento de otra nueva legión, la VII Gemina, y la conversión del viejo campamento militar en una ciudad plenamente urbanizada, con unas termas de importancia e incluso un anfiteatro con capacidad para unos cinco mil espectadores, significaría un fuerte impulso para la explotación de las cercanas minas de oro de Las Médulas. Aún puede el viajero apreciar una parte de su importancia en esta época gracias a la línea de murallas, que todavía se conservan en parte alrededor de su núcleo histórico, y de una de sus puertas, excavada, junto a alguno de los espacios de sus termas, muy cerca de la propia catedral.

Y después de unos años de crisis, marcada sobre todo por la despoblación que se produjo durante el dominio visigodo y por la conquista de la península por parte de los omeyas, León volvería a adquirir importancia a partir sobre todo del año 914, cuando Ordoño II creó el reino de León después de haber trasladado su capital desde Oviedo. A partir de este momento, y hasta que en 1230 se produjera la unión definitiva de los reinos de Castilla y León en la persona del rey santo, Fernando III,se sucedieron varios siglos en los que la alternancia entre periodos de guerra y de paz, de amistad y de luchas fratricidas, había provocado también una alternancia jurídica y territorial, creando una cierta inestabilidad en todo el noroeste peninsular.

De esta época es fiel testigo su monumento más importante: su catedral gótica, uno de los edificios más singulares de este estilo artístico que, además, se encuentra inserto en esa importante via de comunicación, de viajeros y de ideas, que fue el Camino de Santiago. Construida sobre el antiguo palacio del rey Ordoño II, que a su vez se había construido sobre las aún más antiguas termas romanas, cuenta con una soberbia colección de vidrieras, coronada por el enorme rosetón de su fachada principal. Y sobre todo, es testigo también la cercana basílica de San Isidoro, de estilo románico, a cuyos pies se extiende el Panteón Real, lugar en el que recibieron sepultura la mayoría de los reyes y las reinas que fueron ocupando el trono de León entre los siglos X y XII.

Pero León no es sólo actualmente la ciudad, sino también la provincia. León es también Ponferrada y su hermoso castillo templario, pues hay que recordar que los caballeros del Templo fundaron aquí una encomienda en el año 1178. León es también Astorga, con su hermosa catedral barroca y su no menos hermoso palacio episcopal, una de las obras más importantes de Antonio Gaudí fuera de Barcelona (en la capital se encuentra también otro edificio construido por este mismo arquitecto, la Casa Botines). León es también Las Médulas, un espacio natural fantástico, onírico, que se alza sobre las antiguas minas romanas; es impresionante la vista que se tiene de este espacio desde el elevado mirador de Orellán. Y León es, en fin, la Maragatería y el Bierzo, dos comarcas naturales que mantienen la esencia de lo que es y ha sido España durante muchos siglos.

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