sábado, 28 de diciembre de 2013

Dos libros de poesía de Enrique Domínguez Millán

Normalmente utilizo esta sección del blog para dar a conocer a escritores jóvenes o poco conocidos, pero en esta ocasión aprovecho la oportunidad para tributar un rendido homenaje a uno de los grandes autores de la poesía conquense, Enrique Domínguez Millán. Poco amigo de publicar sus poemas en formato de libro -hay que recordar que tiene la mayor parte de su obra diseminada en la prensa y en revistas literarias-, ha publicado sin embargo en los últimos años dos poemarios, muy diferentes entre sí pero que mantienen una cosa en común: cada uno de ellos es un homenaje propio que el autor le hace a sus dos grandes amores, a la ciudad que le vio nacer, esta Cuenca mágica que a menudo se convierte en un amante desagradecido, y a Acacia, su mujer, con la que compartió tantos momentos mágicos e ilusionantes.

Así, "Cantos de soledad", publicad en el año 2007 en la colección Golfo de Europa de la Diputación Provincial, es el reflejo de la soledad inmensa en la que el autor quedó tras la muerte de Acacia. Son, desde luego, los poemas más íntimos, más sentidos, del poeta conquense, tal y como puede apreciarse en el poema titulado "Lanzarote":
Y estabas junto a mí, Lanzarote
esplendía de luz. La tierra negra
-vómito de volcán-, se endurecía
por mejor conservar su alma de fuego.
Y estabas junto a mí, la mar rizada
estrellaba su azul contra las rocas.
Las casas salpicaban de blancura
la hosquedad del paisaje, y las gaviotas
enhebraban su vuelo en el crepúsculo.
 
Hoy todo sigue igual, pero nada es lo mismo.
La espátula del tiempo
ha extendido una capa de tristeza
sobre todo el entorno. La luz, la tierra,
la mar, las blancas casas, las gaviotas,
languidecen en gris y en amargura.
Todo parece igual, pero es mentira,
porque tú ya no estás aquí, conmigo.
 


Dos años más tarde publicó "Barrio Alto", un poemario conformado por todos los poemas que Domínguez Millán le ha dedicado a la ciudad que le vio nacer. Unas veces desde la poesía tradicional, utilizando estrofas tan características de la "buena métrica" como los sonetos o los tercetos encadenados, otras veces desde el verso libre. El soneto titulado "Cuenca" es característico de este otro poemario:
Sinfonía de piedra florecida
en lirios de ciclópea arquitectura,
bajel de limpia y firme singladura
quebrando brisas con su proa erguida.
 
Ansiedad de evasión no conseguida,
grito de eternidad hacia la altura,
demencia de volúmenes y pura
teoría de formas sin medida.
 
Eclosión de telúrica armonía,
melodía de luz siempre cambiante
en los chopos de carne hipersensible.
 
Adusta y tierna, apasionada y fría,
es Cuenca, atrabiliaria nigromante,
ciudad de alma y de gestos increíbles.

domingo, 26 de mayo de 2013

La poesía mediterránea y manchega de Ana Esmeralda P. Recuenco


Ana Esmeralda P. Recuenco es una joven poetisa de Elche que tiene raíces familiares en Cuenca y en Albacete. Y es que aunque Ana Esmeralda nació en las tierras alicantinas de Elche, junto al palmeral y el Huerto del Cura, por sus venas corre sangre conquense, la que heredó de sus bisabuelos maternos (su abuelo Camilo tuvo que cambiar los aires secos de Tarazona de la Mancha, en los límites entre las dos provincias manchegas y buscar el paisaje levantino). Pero además es, como dice José Sepulcre Gilabert, "uno de los nuevos talentos de la lírica actual como, a pesar de su juventud, sus numerosos galardones lo acreditan." Entre esos premios destacan el San Vicente Ferrer, en dos años consecutivos, 2009 y 2010, y el primer premio de poesía del Instituto Valenciano de la Juventud en 2011, en su modalidad de poesía senior en castellano. Un brillante currículum para una escritora que con sólo dos libros en su haber, ya se ha destacado entre los poetas de su generación.

Su primer libro, Recuérdame mañana, publicado en 2010, con dos ediciones agotadas, es una especie de retablo en el que la autora retrataba toda una historia de amor, y lo hacía en cada una de sus fases. Y en 2012 publicó su segundo libro, En la infinitud de mis pasos. Recogiendo de nuevo las palabras de José Sepulcre, autor del prólogo, se trata de "un libro con una poesía más madura e íntima que la anterior, e incluso con más intensidad y fuerza, si cabe."

Y es que se trata de una poesía comprometida con la sociedad y también con el amor, tal y como se puede apreciar en su poema Niño de la guerra: "Ígneas lágrimas de ausencia / surcan de nuevo tus mejillas, / arropado por un negro cielo / que sólo hiela, no cobija... // Tu infancia es tan sólo una herida / que entumece un alma que  ya puedes ver, / pétalos escarlata sobre la arena rendida, / un último réquiem por quien no pudo crecer." 

Y es sobre todo, un canto a su doble condición de mujer y de poetisa. El último poema de la colección, Soy mujer, es un claro grito en este mismo sentido:
"Soy el pan de cada día 
que se desmigaja entre tus manos,
soy palabra hecha caricia
que enmascara cada quebranto.
 
Y en la luz que despunta al alba
resurjo de mis propias cenizas;
soy un paso sobre la arena
que la brisa jamás difumina.
 
Ya aprendí que en esta vida
la debilidad es solo un lujo,
por eso camino de frente,
desnuda y sin tapujos.
 
Soy la vida que se escapa
tras la mirada del ayer,
soy lluvia en la montaña
que cae sin nada que temer.
 
Y entre sueños rotos renazco
como el sol al llegar el amanecer,
soy una flor sobre el asfalto,
en una palabra:
                  ¡mujer!"



jueves, 25 de abril de 2013

León, de capital de un reino a pequeña ciudad castellana

En la actualidad, León es una bonita ciudad castellana de poco más de ciento treinta y cinco mil habitantes, con una hermosa catedral de estilo gótico a cuyo alrededor se extiende un núcleo urbano histórico, que en realidad aún mantuvo durante mucho tiempo los límites del viejo campamento romano que había sido el origen de la ciudad. Es, como otras muchas urbes castellanas, más importante por su pasado que por su presente, un pasado que tiene dos hitos históricos de importancia: la romanización, a partir del cambio de era; y la Alta Edad Media, cuando el reino de León llegó a ser, quizá el más poderoso de los reinos cristianos de la península.

Y es que el origen de León hay que buscarlo hacia el año 29 a.C., en tiempos del emperador Augusto, cuando la Legio VI Victrix fue trasladada a Hispania con el fin de poner término a la romanización de la península, instalando su campamento en esta parte de la geografía que después llegaría a ser la ciudad de León. Y aunque pocas décadas más tarde, en tiempos de Nerón, aquella legión sería enviada de regreso a Roma, la temprana instalación otra vez en aquel mismo campamento de otra nueva legión, la VII Gemina, y la conversión del viejo campamento militar en una ciudad plenamente urbanizada, con unas termas de importancia e incluso un anfiteatro con capacidad para unos cinco mil espectadores, significaría un fuerte impulso para la explotación de las cercanas minas de oro de Las Médulas. Aún puede el viajero apreciar una parte de su importancia en esta época gracias a la línea de murallas, que todavía se conservan en parte alrededor de su núcleo histórico, y de una de sus puertas, excavada, junto a alguno de los espacios de sus termas, muy cerca de la propia catedral.

Y después de unos años de crisis, marcada sobre todo por la despoblación que se produjo durante el dominio visigodo y por la conquista de la península por parte de los omeyas, León volvería a adquirir importancia a partir sobre todo del año 914, cuando Ordoño II creó el reino de León después de haber trasladado su capital desde Oviedo. A partir de este momento, y hasta que en 1230 se produjera la unión definitiva de los reinos de Castilla y León en la persona del rey santo, Fernando III,se sucedieron varios siglos en los que la alternancia entre periodos de guerra y de paz, de amistad y de luchas fratricidas, había provocado también una alternancia jurídica y territorial, creando una cierta inestabilidad en todo el noroeste peninsular.

De esta época es fiel testigo su monumento más importante: su catedral gótica, uno de los edificios más singulares de este estilo artístico que, además, se encuentra inserto en esa importante via de comunicación, de viajeros y de ideas, que fue el Camino de Santiago. Construida sobre el antiguo palacio del rey Ordoño II, que a su vez se había construido sobre las aún más antiguas termas romanas, cuenta con una soberbia colección de vidrieras, coronada por el enorme rosetón de su fachada principal. Y sobre todo, es testigo también la cercana basílica de San Isidoro, de estilo románico, a cuyos pies se extiende el Panteón Real, lugar en el que recibieron sepultura la mayoría de los reyes y las reinas que fueron ocupando el trono de León entre los siglos X y XII.

Pero León no es sólo actualmente la ciudad, sino también la provincia. León es también Ponferrada y su hermoso castillo templario, pues hay que recordar que los caballeros del Templo fundaron aquí una encomienda en el año 1178. León es también Astorga, con su hermosa catedral barroca y su no menos hermoso palacio episcopal, una de las obras más importantes de Antonio Gaudí fuera de Barcelona (en la capital se encuentra también otro edificio construido por este mismo arquitecto, la Casa Botines). León es también Las Médulas, un espacio natural fantástico, onírico, que se alza sobre las antiguas minas romanas; es impresionante la vista que se tiene de este espacio desde el elevado mirador de Orellán. Y León es, en fin, la Maragatería y el Bierzo, dos comarcas naturales que mantienen la esencia de lo que es y ha sido España durante muchos siglos.

miércoles, 6 de marzo de 2013

Varias exposiciones de fotografía animan el espacio cultural de Cuenca

   
"Fotografiar es poner en el mismo punto de mira la cabeza, el ojo y el corazón. Es una forma de vida." Estas palabras del que quizá haya sido el fotógrafo más influyente de todos, el francés Henri Cartier-Bresson, reflejan de manera clara las diversas exposiciones que en estos últimos días se han inaugurado, o se van a inaugurar próximamente, en diversos rincones de la ciudad de Cuenca. Varios son los puntos de encuentro que los aficionados conquenses a la fotografía tienen en estos días, varias exposiciones con un tema predominante en esta época del año, la Semana Santa; sí, un tema predominante, pero no el único.

En la sala de exposiciones de la Fundación Caja Castilla la Mancha se está celebrando durante esta primera quincena de marzo la exposición colectiva "Diálogos Cuenca Hellín". Como su nombre indica, se trata de una colección de imágenes, todas ellas en blanco y negro, con un punto de vista común: la Semana Santa, y concretamente la Semana Santa de estas dos ciudades de nuestra comunidad autónoma. Dos formas diferentes de sentir la celebración de la Pascua, miradas desde el objetivo de dos fotógrafos hellineros, José Alberto Valenciano y Juan Francisco Torres, y dos fotógrafos de nuestra ciudad, o relacionados de alguna manera con nuestra ciudad (uno de ellos es natural de la tierra andaluza de Úbeda), David Culebras y Francisco Javier Bueno. La muestra será descolgada a mediados de mes para ser trasladada a una sala de la ciudad albaceteña de Hellín, donde permanecerá durante la segunda quincena del mes.

También tiene temática nazarena la exposición que en estos días se está celebrando en la Diputación Provincial, una exposición que, bajo el título de "Una tradición en imágenes" recoge fotografías artísticas sobre la Semana Santa de diversas poblaciones de todas las regiones españolas, e incluso también, alguna que otra del otro lado del océano Atlántico. "Una tradición en imágenes" es una colección formada por alrededor de ochenta cuadros que, después de haber pasado por diversos puntos del país recala por fin en nuestra ciudad de la mano de la hermandad del Santísimo Cristo de la Luz. Cuenca está representada en esta exposición por tres imágenes realizadas por el fotógrafo Diego Castillejo Arana.

 

Pero éstas no son las únicas exposiciones de fotografía que se están celebrando durante estos días en Cuenca. Más allá de la Semana Santa, se ha inaugurado también en la sala Click una exposición homenaje a Raúl Torres, formada por una serie de dibujos y cuadernos elaborados por el genial escritos y pintor conquense, junto a varios retratos fotográficos en los que se recogen las personales maneras de mirar que de Raúl tienen diferentes fotógrafos conquenses. Una exposición, como decimos, en la que se combinan la literatura, la pintura y la fotografía, como tras planos superpuestos de ese tronco común que el arte.

También se han inaugurado, o se van a inaugurar en los próximos días, sendas exposiciones, muy diferentes entre sí, en dos bares de copas de la ciudad. Así, el pasado viernes, 1 de marzo, Jesús Cañas del Pozo inauguró en el bar Rothus una colección de paisajes bajo el título de "Lights", una colección en la que prima el color y en el que se resalta la belleza de las tomas. Por su parte, el fotógrafo Javier Romero regresa a la temática nazarena y a ese estilo tan personal que le caracteriza, tan emparentada con la propia pintura sobre todo en los materiales utilizados, con una nueva exposición titulada precisamente "La Pasión en lienzo". El autor del libro "Alma nazarena" inaugurará su nueva exposición el próximo jueves, 7 de marzo, en el bar Carpe Diem.

Y ya para finalizar, y siguiendo con el tema de la Semana Santa, a finales de esta misma semana será inaugurada en el local de la hermandad de Nuestra Señora de la Soledad del Puente la muestra que está formada por las obras que han sido seleccionadas en el concurso que con carácter anual organiza la propia hermandad y la asociación cultural que está formada en el seno de la misma.

Un mes, en definitiva, dedicado casi por entero al arte de pintar con la luz, que eso es, en esencia, la propia fotografía.

Etiquetas